Al Padre Ed - Vaya con Dios
Carta de Bill W. a la comunidad de Alcohoólicos Anónimos
Grapevine junio 1.960
El domingo, 3 de abril, por la mañana temprano, en la ciudad de Memphis, Tennessee, el Padre Edward Dowling murió serenamente mientras dormía. Alegremente despreocupado por su debilitada salud, había venido a visitar uno de sus grupos "Caná". [Una empresa predilecta, a la que él había dado inicio, los grupos "Caná" del Padre Ed, bajo los auspicios de la iglesia, están dedicados a resolver los difíciles problemas familiares mediante la aplicación de los Doce Pasos de AA.] Los participantes jamás habían pasado una noche más alegre que la anterior. El habría deseado despedirse así de nosotros. Era una de las almas más bondadosas y uno de los mejores amigos que los AA conoceremos nunca. Nos dejó un legado de inspiración y de gracia que estará con nosotros para siempre.
El Padre Ed planeaba asistir a nuestra Convención de 1960 que se celebrará en Long Beach el próximo mes de julio. Esta esperanza, aunque tendrá que quedar incumplida, nos trae algunos recuerdos emocionantes de su acto de presencia en la Convención Internacional de AA efectuada en Saint Louis en 1955. Parece muy apropiado volver a repetir aquí las palabras con las que yo le presenté ante aquella asamblea, junto con un relato de la impresión inolvidable que él me produjo a mí la primera vez que nos conocimos - un fragmento de nuestra historia que puse por escrito años más tarde en el libro Alcohólicos Anónimos Llega a su Mayoría de Edad:
"Con la alegría más profunda, les presento a ustedes al Padre Ed Dowling que vive en la Casa de los Jesuitas aquí en Saint Louis. Ya que sabe de dónde le viene su fortaleza, el Padre Ed es alérgico a las alabanzas. No obstante, creo que se deben consignar en nuestros archivos ciertos hechos que le concierne a él - para que las futuras generaciones de AA puedan escucharlos, leerlos y conocerlos.
"El Padre Ed ayudó a fundar el primer grupo de AA en esta localidad. Fue el primer religioso católico que notó la sorprendente similitud entre los Ejercicios Espirituales de San Ignacio (fundador de los Jesuitas) y los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos. Como consecuencia, se aprestó a escribir en 1940 la primera recomendación de AA hecha por un religioso católico de la cual tengamos conocimiento.
"Desde entonces, su labor en nuestro favor ha sido prodigiosa No sólo se han escuchado sus recomendaciones en todas partes del mundo, sino que él se ha dedicado a trabajar para y por los AA. Viajes, reuniones de AA, consejos sabios y bondadosos - estas obras suyas pueden medirse en millares de millas y millares de horas. De todas las personas que conozco, nuestro amigo el Padre Ed es el único a quien nunca he oído decir una sola palabra de resentimiento ni de crítica. Para mi ha sido siempre un amigo, un consejero, un ejemplo formidable y una fuente de inspiración mayor de lo que les pueda describir.
"El Padre Ed tiene madera de santo."...
"El auditorio estalló en un caluroso saludo de bienvenida cuando el Padre Edward Dowling, haciendo caso omiso de su penosa cojera, subió a la tribuna. El Padre Dowling de la orden de los Jesuitas de Saint Louis es íntimamente conocido por miembros de AA de millares de millas a la redonda. Muchos de los asistentes a la Convención recordaban con gratitud su apostólica respuesta a sus necesidades espirituales. Los miembros antiguos de Saint Louis recordaban cómo él les ayudó a establecer su grupo. Aunque sus miembros eran en su mayor parte protestantes, él no se sentía amedrentado en absoluto. Algunos pudimos recordar su primer artículo acerca de nosotros publicado en "Las Obras de la Reina," una revista de la cofradía. El fue el primero en notar el gran paralelismo que había entre los Doce Pasos de AA y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, disciplina espiritual básica de la Orden Jesuita. Con gran intrepidez, él había escrito a todos los alcohólicos y especialmente a los de su propia religión: 'Amigos, AA es bueno. Vengan y aprovéchense.' Y sin duda, lo hicieron. Sus primeras palabras escritas marcaron el comienzo de una influencia extraordinariamente benigna en favor de nuestra Comunidad, cuyo efecto total nadie podría calcular.
"La charla que nos dirigió el Padre Ed en la Convención aquel domingo por la mañana estuvo matizada de humor y profundidad. A medida que hablaba, me vino a la memoria, tan nítidamente como si hubiera sido ayer, la primera vez que este sacerdote apareció en mi vida. Una noche de invierno de 1940 en el Viejo Club de la Calle Veinticuatro de Nueva York, me había ido a acostar más o menos a las diez, afligido por un grave arranque de lástima de mí mismo y por molestias causadas por una úlcera imaginaria. Lois se había ido a no sé dónde. El granizo y la llovizna repiqueteaban en el tejado de hojalata. El club estaba desierto, salvo por el viejo Tom, bombero jubilado, aquel diamante en bruto salvado a última hora del manicomio de Rockland. Sonó el timbre de la puerta y un momento después Tom abrió la puerta de mi dormitorio. Dijo, 'Hay un tipo de Saint Louis allí abajo que quiere verte.' '¡Ay, Dios mío!' dije. '¿Otro más? ¡Y a estas horas de la noche! Bueno, dile que suba.'
"Escuché unos pasos pesados en la escalera. Luego, le vi entrar en mi dormitorio, apoyándose precariamente en su bastón, llevando en sus manos un sombrero negro magullado, informe y empapado de aguanieve. Se sentó en una silla y, cuando abrió su sobretodo, vi su cuello de sacerdote. Se alisó con la mano un mechón de pelo canoso y me miró con los ojos más extraordinarios que yo haya conocido. Hablamos de un montón de cosas, y poco apoco fui recobrando los ánimos hasta que finalmente me di cuenta de que este hombre irradiaba una gracia que llenaba el cuarto con una sensación de presencia. Esta sensación me impresionó intensamente; fue una experiencia emocionante y misteriosa. En años posteriores he visto muchas veces a este buen amigo, y ya sea que me encontrara triste o alegre, siempre me produjo esa misma sensación de gracia y de presencia de Dios. Mi caso no es una excepción. Muchos de los que conocen al Padre Ed experimentan este mismo toque de lo eterno. No es de extrañar, por lo tanto, que esa maravillosa mañana dominical, él pudiera inundarnos a todos los reunidos en el Auditorio Kiel con su inimitable espíritu."
Todos los allí presentes recordarán las siguientes famosas palabras que cito de la charla del Padre Ed en Saint Louis:
"Hay un camino negativo para salir del agnosticismo. Esa fue la actitud que tomó el apóstol Pedro. 'Señor, ¿a quién recurriremos'?' Dudo que se pueda encontrar a nadie en esta sala que realmente haya buscado la sobriedad. Creo que todos estábamos tratando de escaparnos de la embriaguez. No creo que debiéramos despreciar lo negativo. Tengo la impresión de que si algún día me encuentro en el cielo, será por haber huido del infierno."