Bill decía frecuentemente que el programa de A.A. tenía una gran deuda con la religión y la medicina. Atribuía el méritode la aportación religiosa al Grupo Oxford y al Dr. Sam Shoemaker y al mismo tiempo indicaba que nuestros principiosespirituales eran de gran antigüedad y universales, propiedad común de la humanidad.
En cuanto a la aportación de la medicina, atribuía gran parte del mérito al Dr. William Duncan Silkworth, el médicoque le había tratado en el Hospital Towns de Nueva York en 1934. La gratitud que sentía por Silky, como él lo llamaba,parecía no tener límites, y en los últimos años del doctor, Bill incluso trató de ayudarlo económicamente.
¿Cuáles fueron las principales aportaciones del Dr. Silkworth a Bill y a A.A.? Hubo varias. Una importante fue
instruir a Bill acerca de la naturaleza incurable y mortal del alcoholismo como “una alergia corporal unida a una obsesión
de la mente.” El Dr. Silkworth se convertiría en un fuerte defensor de la creencia de que el alcoholismo tiene una causa física además de causas mentales y emocionales. Él defendería esta creencia en artículos publicados en revistas médicas.
Otra aportación fue su respuesta comprensiva y favorable a la iluminación espiritual que Bill tuvo en el Hospital Towns en
diciembre de 1934, un experiencia que puso a Bill en el camino hacia la sobriedad permanente y cambió para siempre su vida. (Otro médico podría haber considerado esa experiencia como una señal de mayor aberración en vez de un posible punto de cambio en la recuperación de Bill.)
Después de salir Bill del hospital, Silkworth le dio permiso para visitar el Hospital Towns para contar su historia a otros
pacientes alcohólicos, una práctica que eventualmente se convirtió en nuestra tradición de “llevar el mensaje.” Aunque
hoy día es algo muy común que los miembros de A.A. vayan a visitar a los alcohólicos hospitalizados, el Dr. Silkworth
estaba corriendo un riesgo profesional al permitir a Bill hacer esto en 1935. Luego, cuando A.A. se convirtió en un movimiento y publicó el Libro Grande, el Dr. Silkworth lo respaldó con “La opinión del médico” que ha aparecido al principio del libro en todas las ediciones publicadas.
Finalmente, el Dr. Silkworth siguió siendo amigo de A.A. y recomendaba el programa a otros médicos. Al ver su historial,
se podría decir que fue la persona apropiada en el momento apropiado para lo que Bill y A.A. necesitaban.
William Duncan Silkworth fue, por formación y por temperamento, el tipo de médico que se podría sentir atraído a
la difícil especialidad de tratar a los alcohólicos y otros adictos. Nacido en Brooklyn en 1873, había mostrado desde muy
temprano interés en la medicina y en sus aspectos emocionales y mentales. Era por naturaleza una persona compasiva
que habría manifestado un profundo interés por sus pacientes fuera cual fuera la especialidad que hubiera elegido.
En 1892 se matriculó en la Universidad Princeton. Fue un buen estudiante y en 1896 empezó sus estudios prácticos de
medicina en el Hospital Bellevue. Este era el lugar ideal para iniciar una carrera de medicina en la especialidad del tratamiento del alcoholismo y la adicción a las drogas, aunque este pudiera no haber sido su objetivo al principio. Pero,
como se indicó en un artículo del Grapevine publicado en 1951, se descubrió mientras trabajaba en Bellevue que se
sentía atraído hacia los alcohólicos, y los alcohólicos a él. “Cuando nadie podía calmar a un borracho alterado, el Dr.
Silkworth podía hacerlo,” decía un artículo del Grapevine. “Y descubrió, para su asombro, que los casos más difíciles de
borrachos hablaban con él libremente — e incluso más asombroso, muchos de ellos lloraban. Resultó evidente que él ejercía —o se ejercía por medio de él— algún tipo de influencia descongeladora en las heladas fuentes de vida del alcohólico.” En 1902 se casó con Marie Antoinette Bennett, que sería su compañera de toda la vida en un matrimonio muy unido. Sólo tuvieron un hijo que murió a la semana de nacer. El Dr. Silkworth tenía todas las cualidades para ser un buen hombre de familia y es posible que las energías que hubiera consagrado a criar hijos las dedicara a su trabajo. A pesar de su excelente formación y talento, el Dr. Silkworth pasó por algunos años de desilusión antes de descubrir
su verdadera vocación. Intentó tener un consultorio particular, pero descubrió que le vendría mejor trabajar regularmente
en los hospitales. Durante la Primera Guerra Mundial pasó dos años como miembro del cuerpo psiquiátrico del hospital
del ejército de los Estados Unidos en Plattsburgh, New York. Por casualidad esta fue la misma base militar en la que
Bill W. tuvo su formación de oficial, pero los dos no se conocieron durante este período. El Dr. Silkworth también pasó varios años en el cuerpo médico del Instituto Neurológico del Hospital Presbiteriano de Nueva York, ahora conocido como
Columbia-Presbyterian. Durante un tiempo, tuvo un buen sueldo y parecía estar en camino de hacerse rico. Pero en la Caída de la Bolsa de 1929 perdió sus ahorros y se vio obligado a aceptar un puesto en el Hospital Charles B. Towns, con un salario de $40 a la semana. Aparentemente un gran revés en su carrera, esto resultó ser un caso del proverbial “no hay mal que por bien no venga.” Le lanzó en la carrera de médico especializado en el tratamiento del alcoholismo y la
drogadicción. Una consecuencia de esto fue la de tener a Bill como paciente y darle consejo y ayuda importantes.
Bill, en su historia personal, describe el Hospital Towns como un hospital renombrado a nivel nacional para la rehabilitación mental y física de los alcohólicos. Se lo recomendó su cuñado, el Dr. Leonard Strong. “Bajo el llamado tratamiento de belladona se me empezó a despejar la cabeza,” Bill escribió, describiendo su primera estancia en el Hospital Towns. “La hidroterapia y suaves ejercicios me ayudaron mucho. Y lo mejor de todo, conocí a un muy amable médico que me explicó que, aunque sin duda yo era una hombre egoísta y tonto, había estado gravemente enfermo, física y mentalmente.” Eso fue el comienzo de su amistad y al principio, le pareció al Dr. Silkworth que Bill tenía una buena posibilidad de lograr la sobriedad. Muy pocos de sus pacientes se mantenían sobrios por largos períodos de tiempo, pero él nunca perdió la esperanza. Bill, con los nuevos conocimientos adquiridos acerca de la naturaleza de su alcoholismo, salió del hospital creyendo haber solucionado el problema. El conocimiento de sí mismo lo salvaría. Pero Bill volvió a beber y tuve que volver al Hospital Towns. “Me pareció a mí que ese fue el fin, que había caído el telón,” escribió. “Le informaron a mi mujer, exhausta y desesperada, que todo terminaría con un fallo del corazón durante los delirium tremens, o acabaría con edema cerebral, tal vez en menos de un año. Pronto me tendría que entregar al enterrador o al manicomio.” Al salir nuevamente del hospital, Bill se mantenía un tiempo sobrio antes de lanzarse en lo que iba a ser su última borrachera en noviembre de 1934. Cuando volvió a Towns por tercera vez, estaba seriamente considerando un programa
espiritual que un viejo amigo le había presentado. Durante esa tercera estancia tuvo la deslumbrante experiencia espiritual que aparece descrita en el Libro Grande. Cuando Bill relató la experiencia a Silkworth, el médico le dijo: “Algo te ha pasado a ti que no entiendo, Bill. Pero, sea cual sea la experiencia que hayas tenido, más vale que te agarres a ella; es mucho mejor de lo que tenías.” Después de salir del hospital, Bill empezó a llevar su mensaje a otros alcohólicos, contándoles su propia experiencia espiritual e insistiendo en que a ellos le podría suceder lo mismo. Pero ninguno de esos alcohólicos logró su sobriedad y, pasado un tiempo, el Dr. Silkworth le sugirió que tal vez pudiera tener más éxito si dejara de predicar y se enfocara en el aspecto médico de su condición explicándoles que tenían una enfermedad incurable y no podrían nunca volver a beber. Reflexionando sobre esta sugerencia, Bill cambió su enfoque justo antes de irse para Akron donde estaba destinado a conocer al Dr. Bob. Es algo irónico que Bill, que no tenía una formación en la medicina, comunicara esta información médica, al Dr. Bob que era un médico muy experimentado. Pero lo hizo con todo éxito y el Dr. Bob, después de una excursión más a la embriaguez, se mantenía sobrio el resto de su vida y contribuyó enormemente a lanzar A.A. en el
Medio Oeste. De vuelta a la ciudad de Nueva York, Bill formó un grupo que entre sus miembros contaba con algunos alcohólicos tratados en el Hospital Towns. Seguía presentando la idea del Dr. Silkworth de que el alcoholismo es una reacción alérgica. En 1937, el Dr. Silkworth publicó dos artículos en una revista profesional, The Medical Journal, en los que expuso este entonces controvertido punto de vista. Comentó además que un nuevo enfoque, la “psicología moral”, estaba ayudando a algunos alcohólicos a lograr la sobriedad. Con este comentario, se refería a los esfuerzos de Bill. Más tarde, en un artículo publicado en la revista médica The Lancet, el Dr. Silkworth se explayaba sobre el tema. Y aunque todavía no se usa en la medicina la palabra “alergia” para indicar una causa del alcoholismo, hay una gran cantidad de evidencia
de que la condición tiene un componente físico. El Dr. Silkworth seguía trabajando en el Hospital Towns y durante los últimos seis años de su vida también trató a pacientes en el Hospital Knickerbocker donde contaba con una asistente de nombre de Teddy que también parecía tener un don de ayudar a los alcohólicos. En 1951, el Dr. Silkworth parecía gozar de buena salud todavía y capaz de seguir tratando a pacientes. Pero tenía ya 78 años de edad y le era necesario andar a una paso más lento. No tenía plan de pensión ni otros recursos para jubilarse, pero Bill ideó un plan que le haría posible al doctor a seguir ejerciendo su profesión y al mismo tiempo vivir con su esposa en circunstancias cómodas. Por medio de sus contactos en el campo del alcoholismo, Bill se enteró de que un centro cerca de Dublin, New Hampshire, tenía necesidad de un director médico. Según lo veía Bill, este puesto podría servir como una residencia de jubilación. Los Silkworth podría vivir allí en el equivalente de un centro vacacional en las montañas y el hospital contaría con la pericia del doctor y su experiencia en el campo del alcoholismo. Bill también desarrolló un plan para recaudar fondos para el centro que contribuyera a convertirlo en una empresa solvente. Era indudablemente un buen plan, pero antes de poder implementarlo, el Dr. Silkworth murió de un ataque de corazón el 22 de marzo de 1951. Su obituario que apareció en el New York Times hizo mención de su servicio a A.A. La fundación alcohólica también le rindió homenaje; el texto, probablemente una obra de Bill, describía al doctor como “el primer y tal vez el mejor amigo de Alcohólicos Anónimos” y reconocía su profunda comprensión de A.A. en su infancia y el animo que le daba en una época en que una falta de comprensión o una palabra desalentadora podría haberla matado. “Era un hombre santo… Podía salvar vidas que era irrescatables por cualquier otro medio. Un hombre así no puede morir en el sentido literal. Nuestro amigo nos ha dejado … por solo un rato.”
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Obtenido directamente del BOX 459